En 2004 realicé este proyecto, hibridación entre pintura y poesía. Un proyecto influenciado por la filosofía zen, que experimentaba con conceptos metafísicos derivados de la meditación.
La conexión con la naturaleza como un lugar que da respuestas a las grandes preguntas del ser.
En 2004 realicé este proyecto, hibridación entre pintura y poesía. Un proyecto influenciado por la filosofía zen, que experimentaba con conceptos metafísicos derivados de la meditación.
La conexión con la naturaleza como un lugar que da respuestas a las grandes preguntas del ser.
En 2004 realicé este proyecto, hibridación entre pintura y poesía. Un proyecto influenciado por la filosofía zen, que experimentaba con conceptos metafísicos derivados de la meditación.
La conexión con la naturaleza como un lugar que da respuestas a las grandes preguntas del ser.
El proyecto consistía en una serie de 10 lienzos de gran formato, donde, a través de las veladuras al óleo, creaba espacios atmosféricos bidimensionales. Inspirado en el símbolo japonés de la flor del cerezo (Sakura) que representa la fugacidad de la vida. Presentaba al espectador, lugares suspendidos mediante el color y las sutiles variaciones tonales, que remitían al instante presente.
Cada uno de estos lienzos iba acompañado de un haiku, breve poema japonés que busca a través de la sencillez, la sutileza y la austeridad, capturar el instante, la emoción de un momento presente.
El proyecto consistía en una serie de 10 lienzos de gran formato, donde, a través de las veladuras al óleo, creaba espacios atmosféricos bidimensionales. Inspirado en el símbolo japonés de la flor del cerezo (Sakura) que representa la fugacidad de la vida. Presentaba al espectador, lugares suspendidos mediante el color y las sutiles variaciones tonales, que remitían al instante presente.
Cada uno de estos lienzos iba acompañado de un haiku, breve poema japonés que busca a través de la sencillez, la sutileza y la austeridad, capturar el instante, la emoción de un momento presente.
Este fue mi primer proyecto pictórico profesional, donde comencé a entender mi lenguaje desprovisto de formas y vestido de color. Desde ese momento y durante 18 años mi obra ha estado teñida de rojos, magentas y anaranjados. El color como una forma de identidad, el color como una danza emocional, el color como una vibración.
