Envuelta en telas de tul bordadas con palabras (elementos pertenecientes a la instalación «Metamorphose») se podía ver palpitar un cuerpo-ser deseante de salir al mundo. Los miedos por ser vista, reconocida, juzgada, cuestionada, afloraban en mi cuerpo desnudo, solo esas finas capas de tela separaban mi corporeidad del público. Mi cuerpo maternal, mis pechos aún lechosos, los kilos «de más» que aún se asentaban bajo mi piel después de mi segundo embarazo me retraían en un movimiento de acción-inacción.Las mariposas, al salir de la crisálida deben superar un período de incertidumbre y esfuerzo físico similar al parto de los humanos. Si cualquiera intentara seccionar la crisálida para ayudarla a salir, ésta moriría de forma automática, ya que ese trance doloroso permite que la sangre pueda accionar sus alas para emprender el vuelo. De igual forma, los cambios internos operantes solo se producen cuando la pulsión por «mudar» la piel es interna, y podemos transformar nuestros miedos en oportunidades. Poco a poco mi cuerpo se fue desvelando hasta permanecer completamente desnuda en cuerpo y alma ante el público. Entendiendo y aceptando que la exposición completa solo puede darse cuando hay una aceptación total de tu ser, con sus luces y sus sombras.